Lo bueno y lo malo de la Impresión 3D

No sé qué manía tiene nuestra sociedad, o el ser humano, de conseguir que hasta lo bueno de la vida tenga un lado maligno, pero el caso es que lo conseguimos. Las impresoras 3D fueron concebidas para crear objetos de la nada, de un modo rápido y sencillo, y mientras unos las usan para hacer el bien, mejorar la calidad de vida o simplemente para crear productos en el menor tiempo posible, otros se aprovechan de lo que pueden hacer para crear armas o productos ilegales.

La cara más amenazante de estas impresoras tiene que ver con el desarrollo de armas inteligentes y con la posibilidad de imprimirlas. Para conseguirlo solo hace falta diseñar o descargar de Internet los planos de una pistola y listo. Si bien no es sencillo conseguir los planos de la pistola completa, es bastante fácil localizar el plano de las diferentes piezas que la conforman, así que sólo tienes que imprimirlas todas y montarlas para tener un arma en casa. Fácil, rápido y económico… ¿qué más puede pedir un delincuente?

Hace solo unas semanas se supo que Corea del Norte también tiene planeado comenzar a utilizar esta tecnología para fabricar sus propias «armas de destrucción masiva», como los componentes de los misiles. Los beneficios están claros: supone reducir los ciclos de desarrollo, los costes y la reducción del personal necesario para fabricarlas.

La otra cara de la moneda

Y mientras unos piensan en destruir el planeta, otros pretenden salvarlo con la misma tecnología o, al menos, hacer más sencilla la vida de algunas personas con problemas. Guillermo Martínez diseña brazos protésicos con una impresora 3D para personas sin recursos en Kenia. El mecanismo que ha creado es sencillo, funciona introduciendo el brazo por la parte de arriba manteniéndolo estable mediante un arnés en el pecho. De este modo, en el momento en el que se levanta el brazo, la mano cierra y hace un movimiento prensil, cerrándose y permitiendo coger objetos.

Así, podemos ver lo diferentes que somos y la cantidad de cosas que podemos hacer con una misma herramienta, tanto para bien como para mal, y así pasamos de ver a personas que pretenden crear armas destructoras, pasando por personas que ayudan desinteresadamente a otras y encontrarnos también grandes empresas como Peak, que ha lanzado el primer calzado de baloncesto hecho con una impresora en 3D o Tecnologyk, una empresa que imprime recambios para maquinaria industrial, automoción, ingeniería, prototipos de productos  y proyectos.

Y es que este mercado tiene hueco para todos. En Estados Unidos se imprimen medicamentos, en China viviendas, y en el sector de la sanidad ya hay quien hace pruebas imprimiendo réplicas exactas de órganos humanos para llevar a cabo trasplantes de última generación. Todo un mundo de posibilidades que nos da de nuevo la tecnología y que algunos aprovechan para comerciar, otros para ayudar y otros para destruir.

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